13 de abril de 2015

Elegir correctamente la potencia contratada

La tarifa media de enero de 2015 situó la factura de la luz del usuario medio en 79,62 euros mensuales, doce euros más que hace un año, lo que supone una subida en tasa interanual del 17,7%, según el análisis de Facua-Consumidores en Acción.

A lo largo de las siguientes semanas iremos desgranando algunos consejos para ahorrar en la factura de la luz y hacer un gasto energético más eficiente y a la vez más económico para nuestra economía doméstica. Esta semana nos centraremos en:

Elegir correctamente la potencia contratada para ahorrar en la luz:

Las últimas subidas han castigado especialmente la tarificación fija, la cual además de costarnos muchos euros con independencia del uso que realicemos muchas veces está contratada por encima de nuestras necesidades.

Por ello es importante ajustar la potencia eléctrica contratada a nuestras necesidades y evitar contratar kW de más, consiguiendo en la mayoría de los casos un pequeño ahorro pero constante a lo largo del tiempo. Tenemos que tener en cuenta que la potencia que necesitamos depende de dos factores, el tipo y cantidad de aparatos eléctricos que tengamos y la potencia que necesiten. Por ello el consejo más importante es procurar no usar a la vez electrodomésticos que consumen mucha potencia (plancha, aire acondicionado, lavavajillas, horno?) y comprobar cómo hacemos el uso de la misma.

Existen en el mercado medidores de potencia pero si no queremos invertir en el mismo, la mejor forma es la "prueba y error". El Interruptor de Control de Potencia (ICP), situado en el cuadro eléctrico, en caso de demandar más potencia de la contratada, desconecta la instalación. Si nunca ha saltado podría significar que tenéis más potencia de la que necesitáis, prueba que continúe así usando los electrodomésticos de mayor potencia a la vez, si sigue sin saltar, tendréis margen para reducir el término fijo de la plantilla.

6 de abril de 2015

Cogeneración

A veces nos hemos preguntado cómo podríamos reutilizar la energía que se pierde cuando realizamos determinadas acciones en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, la velocidad que se pierde cuando frenamos un coche (energía cinética), el calor que se pierde por el tiro cuando encendemos una chimenea (energía térmica), etc.

Esto último es lo mismo que ocurre en determinados procesos de generación de energía eléctrica. En las centrales térmicas convencionales se estima que el aprovechamiento de la energía calorífica del combustible para producir electricidad puede oscilar entre el 26 y el 40 por ciento. El resto de la energía se disipa en forma de calor. Debido a esto surge el concepto de cogeneración: no solo se produce energía eléctrica sino que se aprovecha el calor producido como energía térmica útil en forma de vapor de agua, agua caliente sanitaria o sistemas de calefacción.

Para el caso de aprovechamiento del  calor residual, también en forma de frío (agua fría, hielo o sistemas de refrigeración) entonces se habla de trigeneración. Y si, además, se aprovecha en forma de energía mecánica (por ejemplo, aire comprimido) tenemos el concepto de tetrageneración.

La cogeneración se puede aplicar tanto en procesos industriales como en grandes edificios que puedan tener gran demanda de agua caliente sanitaria y calefacción, por ejemplo hospitales o grandes superficies comerciales. También se puede aplicar en sistemas de calefacción urbana que son redes que distribuyen el calor por debajo del pavimento de manera similar a como se haría con el agua o el gas. Estos sistemas tienen un rendimiento un 10% superior a la calefacción centralizada y mejora en torno a un 40% a la calefacción individual.

En conclusión los procesos de cogeneración son más eficientes que las centrales térmicas convencionales llegando a cifrarse en torno a un 75 y un 90 por ciento el aprovechamiento de la energía de los combustibles utilizados.