Con la energía nos iluminamos, cocinamos, nos desplazamos, lavamos la ropa, conservamos la comida en frío, calentamos o enfriamos la casa, ponemos en marcha el ordenador o tenemos agua caliente.
Toda esta energía nos llega en forma de gas natural, de electricidad o de combustibles derivados del petróleo, que se transforma en calor, frío, luz, movimiento u otros servicios gracias a todo tipo de aparatos domésticos que tenemos a nuestro alcance.
Considerando los consumos propios de generación, las pérdidas en la red de transporte y en la distribución, por cada unidad de energía que llega al consumidor final se emplean alrededor de tres unidades equivalentes de energía de origen, por lo que lo que podamos ahorrar en el consumo representa el triple de ahorro en recursos energéticos, con el consiguiente beneficio para el medio ambiente.
No es necesario hacer grandes cambios en nuestros hábitos cotidianos para ahorrar energía. Sólo hay que adoptar una serie de “buenas prácticas”, y pronto veremos los resultados en forma de ahorro económico.
Consejos para el ahorro energético relacionados con la climatización de la vivienda:
Establece una temperatura en el termostato coherente, ya que la reducción de 1 ºC supone un ahorro de energía de un 8%.
La temperatura durante el verano:
Temperatura de día: 22 a 26 ºC.
Temperatura cuando todos duermen o el hogar se encuentra desocupado: ligeramente superior.
Ventilar el hogar a primera hora de la mañana en verano.
Abrir las ventanas para provocar corrientes de aire para refrescar el hogar.
Para el caso de los aparatos de aire acondicionado, comprarlos de enfriamiento evaporativo (ahorrarás energía). Sitúe a la parte en sombras del edificio (o protegido) y contrate un buen servicio de mantenimiento (filtros, termostato, etc.). Hay que utilizarlo sólo cuando es imprescindible ya mantener cerradas las habitaciones donde funciona el aparato. Hay que estar atento a las pérdidas de gas del aparato (se detectan cuando empieza a perder eficacia), ya que el gas que utilizan es muy perjudicial para la capa de ozono.
Toda esta energía nos llega en forma de gas natural, de electricidad o de combustibles derivados del petróleo, que se transforma en calor, frío, luz, movimiento u otros servicios gracias a todo tipo de aparatos domésticos que tenemos a nuestro alcance.
Considerando los consumos propios de generación, las pérdidas en la red de transporte y en la distribución, por cada unidad de energía que llega al consumidor final se emplean alrededor de tres unidades equivalentes de energía de origen, por lo que lo que podamos ahorrar en el consumo representa el triple de ahorro en recursos energéticos, con el consiguiente beneficio para el medio ambiente.
No es necesario hacer grandes cambios en nuestros hábitos cotidianos para ahorrar energía. Sólo hay que adoptar una serie de “buenas prácticas”, y pronto veremos los resultados en forma de ahorro económico.
Consejos para el ahorro energético relacionados con la climatización de la vivienda:
Establece una temperatura en el termostato coherente, ya que la reducción de 1 ºC supone un ahorro de energía de un 8%.
La temperatura durante el verano:
Temperatura de día: 22 a 26 ºC.
Temperatura cuando todos duermen o el hogar se encuentra desocupado: ligeramente superior.
Ventilar el hogar a primera hora de la mañana en verano.
Abrir las ventanas para provocar corrientes de aire para refrescar el hogar.
Para el caso de los aparatos de aire acondicionado, comprarlos de enfriamiento evaporativo (ahorrarás energía). Sitúe a la parte en sombras del edificio (o protegido) y contrate un buen servicio de mantenimiento (filtros, termostato, etc.). Hay que utilizarlo sólo cuando es imprescindible ya mantener cerradas las habitaciones donde funciona el aparato. Hay que estar atento a las pérdidas de gas del aparato (se detectan cuando empieza a perder eficacia), ya que el gas que utilizan es muy perjudicial para la capa de ozono.
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