6 de abril de 2015

Cogeneración

A veces nos hemos preguntado cómo podríamos reutilizar la energía que se pierde cuando realizamos determinadas acciones en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, la velocidad que se pierde cuando frenamos un coche (energía cinética), el calor que se pierde por el tiro cuando encendemos una chimenea (energía térmica), etc.

Esto último es lo mismo que ocurre en determinados procesos de generación de energía eléctrica. En las centrales térmicas convencionales se estima que el aprovechamiento de la energía calorífica del combustible para producir electricidad puede oscilar entre el 26 y el 40 por ciento. El resto de la energía se disipa en forma de calor. Debido a esto surge el concepto de cogeneración: no solo se produce energía eléctrica sino que se aprovecha el calor producido como energía térmica útil en forma de vapor de agua, agua caliente sanitaria o sistemas de calefacción.

Para el caso de aprovechamiento del  calor residual, también en forma de frío (agua fría, hielo o sistemas de refrigeración) entonces se habla de trigeneración. Y si, además, se aprovecha en forma de energía mecánica (por ejemplo, aire comprimido) tenemos el concepto de tetrageneración.

La cogeneración se puede aplicar tanto en procesos industriales como en grandes edificios que puedan tener gran demanda de agua caliente sanitaria y calefacción, por ejemplo hospitales o grandes superficies comerciales. También se puede aplicar en sistemas de calefacción urbana que son redes que distribuyen el calor por debajo del pavimento de manera similar a como se haría con el agua o el gas. Estos sistemas tienen un rendimiento un 10% superior a la calefacción centralizada y mejora en torno a un 40% a la calefacción individual.

En conclusión los procesos de cogeneración son más eficientes que las centrales térmicas convencionales llegando a cifrarse en torno a un 75 y un 90 por ciento el aprovechamiento de la energía de los combustibles utilizados.

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